Colonial
sobre Martínez López-Cano, "La génesis del crédito colonial. Ciudad de México, siglo XVI"
Eduardo Flores Clair
sobre Martiarena, "Culpabilidad y resistencia. Ensayo sobre la confesión en los indios de la Nueva España"
sobre "Informe general que en virtud de Real Orden instruyó y entregó el excelentísimo señor marqués de Sonora..." ed. de Suárez Argüello.
Informe general que en virtud de Real Orden instruyó y entregó el excelentísimo señor marqués de Sonora siendo visitador general de este reino, al excelentísimo señor virrey don Antonio Bucarely y Ursúa con fecha 31 de diciembre de 1771, edición facsimilar, estudio introductorio Clara Elena Suárez Argüello, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Miguel Ángel Porrúa librero-editor, 2002.
Reseñado por Eduardo Flores Clair
DEH-INAH
¿Reformista o lunático?
En el imaginario de los historiadores sonorenses sigue en pie el árbol donde se columpiaba el señor visitador. Al parecer su desorden mental comenzó en el ardiente norte. Juan Manuel de Viniegra, su secretario, notó que la conducta de su superior cambió a partir de una fiesta que le ofrecieron los vecinos del presidio de Buenavista. Le resultó muy extraño que abandonara su estilo huraño y se comportara de manera amigable. Al pasar los días, la perturbación fue más notable, José de Gálvez contó a sus allegados que se le había aparecido San Francisco de Asís y le había revelado el secreto para apaciguar a los indios rebeldes. El remedio era muy sencillo: se necesitaba traer de Guatemala a 600 monas vestidas de soldadescas y enfrentarlas a los insurrectos, los cuales saldrían despavoridos a buscar refugio entre los cerros. Después de este incidente, se convirtió en el hombre más afable y bondadoso de la tierra, repartía a manos llenas dinero, títulos y cargos. La enfermedad avanzó, entonces, el visitador se declaró rey de Prusia y soberano de Suecia e incluso llegó a proclamarse "Padre eterno". En su testimonio, Viniegra escribió: "con mayor furor se entretenía en quebrar un cerrojo de hierro, catres y ventanas; en abrir tabiques trabados con madera; en quemar su habitación y hasta la ropa que algunas veces conseguíamos ponerle, quedándose en carnes vivas muchos días" [1]
Pero no todo era extravagancia, en los momentos decisivos, el visitador mostró un rostro opuesto: el de una persona autoritaria, vengativa y sin compasión, que ordenaba sin preámbulos "cortar cabezas", aún a sus colaboradores más cercanos. De hecho, todos aquellos que se atrevieron a proporcionar detalles de su enfermedad mental terminaron siendo sus víctimas; sufrieron el encierro, el exilio y el desprestigio. Quizá, el árbol sea sólo un símbolo más de la locura de la modernidad, aquella que intentaba pacificar a los grupos indígenas de la región y pretendía hacer más eficiente la administración pública del virreinato de la Nueva España.
En este libro, Clara Elena Suárez nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre uno de los periodos más significativos de nuestra historia colonial. En realidad, dicho texto es mucho más que el informe que entregó José de Gálvez al concluir su misión; es una compilación cuidadosa que revela un arduo trabajo en diversos acervos (tanto mexicanos como españoles) y es un libro muy oportuno por las aspiraciones reformistas que hoy vivimos. Esta nueva edición reúne un conjunto de documentos que ayudan a comprender de una manera más puntual las ideas, los propósitos y alcances de este personaje singular, quien después de su visita fue premiado con el cargo de ministro de Indias y, en recuerdo de sus delirios, recibió el título de marqués de Sonora. El estudio introductorio ilustra el momento histórico en que fueron generados dichos documentos. Pensamos que es un aporte sugerente que plantea interrogantes inéditas y abre nuevos caminos a futuras investigaciones. Como bien afirma la autora, aunque de manera por demás modesta, "no se trata aquí de hacer un estudio exhaustivo sobre las reformas en sí mismas y el impacto que causaron en la sociedad novohispana, sino aportar un documento que puede esclarecer y apoyar en buena medida su estudio".
Cabe destacar que Clara Elena Suárez pone a disposición de los lectores una exhaustiva revisión historiográfica del periodo borbónico. En ella afloran los problemas que han recibido mayor atención, se constatan los valiosos avances que se han conseguido últimamente y se difunden los cuantiosos estudios que han aportado nuevas interpretaciones. Sin detenerse en los lugares comunes, plantea las perspectivas novedosas y los debates que han enfrentado a los especialistas en las últimas décadas. Es importante señalar que esta etapa histórica se caracteriza por ser muy polémica; los estudios, en ambos lados del mar, son muy abundantes y los temas que se abordan son muy complejos. Muestra de ello es el propio Informe de Gálvez.
En esta línea, Agustín Guimerá, investigador español, asegura que la controversia entre los historiadores continua vigente y "las espadas siguen en alto [2]. Existe una gran cantidad de divergencias en tópicos como por ejemplo: ¿el esplendor de las luces sólo se le puede atribuir a Carlos III? ¿Felipe V mantiene la imagen de un rey pasmado y melancólico? ¿las monarquías absolutistas conservaron mucho del oscurantismo y resultaron un fracaso? ¿la ilustración fue incapaz de generar el progreso esperado? [3]
Es importante añadir que en la historia económica de la Nueva España, la polémica ha girado en torno al crecimiento o la contracción. Hace más de dos décadas, John H. Coatsworth, haciendo uso de los datos estadísticos disponibles, cuestionó el incremento económico novohispano y por consecuencia el fracaso de la política reformista 4] A partir de entonces, las posiciones se han resumido entre los "optimistas" y los "pesimistas". Uno de los últimos trabajos dentro de este debate es el de Rafael Dobado y Gustavo Marrero quienes, después de hacer un serio análisis econométrico, concluyeron, entre otras cosas, que "dadas las características de la economía novohispana, la interesada actuación del estado a favor de la expansión minera generó crecimiento económico" [5]
Sin detenernos en esta contienda, podemos decir que José de Gálvez organizó el Informe en cuatro partes: la primera dedicada a la Real Audiencia de México y Guadalajara, la segunda a las Rentas Reales, la tercera a Propios y Arbitrios y por último las expediciones al centro y norte del virreinato. Lo primero que salta de la vista son las cuantiosas críticas a los diversos temas que ahí se abordaron. Pero en esta ocasión nos referiremos de manera particular a tres asuntos que sorprendieron al visitador.
- El comportamiento de la clase burocrática: los "ministros togados", en su gran mayoría, eran de origen criollo. En este aspecto, las leyes eran muy claras y reservaban dichos lugares para los hijos de la metrópoli. En cambio, Gálvez encontró a hombres con "honor", que actuaban apegados a derecho y se abstenían de participar en todos aquellos litigios que involucraban a sus familiares o amistades. Asimismo, descubrió que una buena parte de los funcionarios eran eficientes, rectos, íntegros y celosos de su trabajo. Respecto a los ingresos, mostró preocupación y en algunos casos apoyó el aumento de sueldos; en su afán de hacer más eficiente las labores, pretendía un equilibrio entre la carga de trabajo y la retribución; además, era un hecho frecuente que las vacantes no se cubrieran con oportunidad y por tanto era imposible cumplir con el rezago de las oficinas. En forma, por demás contundente, denunció el abuso de autoridad que los oficiales ejercían sobre los subalternos (6]
- "el manantial de la riqueza", es decir, la actividad minera, había entrado a un proceso de transformación, la corona y la clase minera celebraron un pacto modernizador y esperaban que en un breve lapso les rindiera buenos frutos. En cambio la actividad que tenía un mayor futuro era la manufactura del tabaco; sin embargo, la libertad de producción y comercialización "ofendía la Suprema Autoridad del Rey". Gálvez entendía que su misión consistía en extraer la mayor cantidad posible de recursos disponibles, con el fin de atender los gastos de la guerra. Siguiendo el ejemplo de la política fiscal de sus enemigos ingleses, el tabaco podía convertirse en una de las principales rentas. De hecho, la fabricación de cigarros tenía un crecimiento constante debido a la incorporación de nuevas y nuevos consumidores. Los particulares aprovecharon la pobreza financiera de la Corona para llenar sus bolsillos; por esta razón, resultaba imprescindible recobrar las funciones del estado por la vía del consenso o por la fuerza. La producción y comercialización del tabaco no sólo se reducía a los aspectos económicos, sino que iba acorde con la nueva geografía política y el cambio que se intentaba propiciar en el orden social. La Corona estaba obligada a realizar cuantiosas inversiones y los particulares tenían que financiar la actividad bajo condiciones muy ventajosas, para que las autoridades lograran conseguir excelentes rendimientos. Había que atender la demanda con un producto de calidad, con lo cual se cuidaba la salud y se evitaba que los consumidores mezclaran el tabaco con otras yerbas. Dicho proceso productivo incorporaba a una gran cantidad de trabajadores. Las fábricas, como decía Gálvez, "eran el mejor hospicio". Sobre todo brindaban protección a la población femenina, las cuales salían de su abandono y evitaba las tentaciones mundanas. El acontecer histórico confirmó la sospecha del visitador: el sistema fiscal, en diversas partes del mundo, se benefició, o más bien dicho, se sigue financiando a través del consumo del tabaco.
- Gálvez se sorprendió, y seguramente sintió un enorme vacío, al percatarse de que el "Imperio estaba desarmado". La sociedad colonial gozaba de una amplia libertad, "indulgencia" y hasta "impunidad". La autoridad ejercía su papel en términos simbólicos y se encontraba muy alejada de los efectivos métodos coercitivos. El orden social era muy peligroso y podía ser de consecuencias fatales, día a día, la autoridad del rey se ponía en tela de juicio, situación que ayudaba a quebrantar la relación entre los vasallos y gobernantes. La obediencia inexistía y reinaba la "insolencia". La "gente popular" aprovechaba cualquier ocasión para escandalizar y amotinarse. Para el visitador el buen orden y la paz pública se conservaban gracias a los cuerpos represivos; echó mano de los recursos y puso en práctica los mecanismos coercitivos: creó las milicias o el ejército, antes desconocidos. Pronto se utilizaron para sofocar los levantamientos de los trabajadores mineros en Real del Monte. También sirvieron para reprimir a los vecinos, de San Luis de la Paz, Guanajuato, Pátzcuaro y San Luis Potosí, que protestaron, entre otras cosas, por la expulsión de los jesuitas y para "reducir" o exterminar en Sonora "las bárbaras hostilidades de los feroces Apaches, Seris y Pimas".
Para despedirse, José de Gálvez remata el Informe diciendo "me voy con el seguro consuelo de que la Nueva España será más feliz y poderosa entre las grandes monarquías que encierran las dos Américas". Se fue al viejo mundo, ocupó sillas cada vez más importantes, hizo realidad su delirio de grandeza, tuvo el poder suficiente hasta para repartir virreinatos y llenó de gracias a sus paisanos los malagueños. Más sin embargo, en su cordura, jamás se imaginó que el proyecto reformista sería un detonante de la Independencia de las vastas posesiones españolas en el Nuevo Mundo.
Eduardo Flores Clair
DEH-INAH
efloresc@sni.conacyt.mx
(1) . Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, La expedición del visitador José de Gálvez al septentrión novohispano (1868-1770) o la locura de la modernidad, Hermosillo, Universidad de Sonora, 2000, p. 58-66. Ignacio del Río asegura que eran "monos", véase, "Autoritarismo y locura, en el noreste novohispano. Implicaciones políticas del enloquecimiento del visitador General José de Gálvez" en Estudios de historia novohispana, vol. 22, 2000, p. 111-138
2 . Agustín Guimerá (ed.), El reformismo borbónico, Madrid, España, Alianza Editorial, 1996, p. 28
3 . Entre otros véase a Miguel Artola, La monarquía de España, Madrid, España, Alianza Editorial, 1999; Francisco Sánchez-Blanco, La mentalidad ilustrada, Madrid, España, Taurus, 2000 y El absolutismo y las luces en el reinado de Carlos III, Madrid, España, Marcial Pons, 2002; Reyes Fernández Durán, Gerónimo de Uztáriz (1670-1732). Una política económica para Felipe V, Madrid, España, Minerva, 1999; Henry Kamen, Felipe V. El rey que reinó dos veces, Madrid, España, Temas de Hoy, 2000 ]
4 . John H. Coatsworth, Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de historia económica de México en los siglos XVIII y XIX, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990, p. 57-79
5 . Rafael Dobado y Gustavo Marrero, "Minería, crecimiento económico y costes de la Independencia en México" en Revista de Historia Económica, año XIX, otoño-invierno núm. 3, 2001, p. 573-611
6 . Para una visión distinta sobre el abismo que existió entre los buenos propósitos de Gálvez y la práctica cotidiana véase a Linda K. Salvucci, "Costumbres viejas, "hombres nuevos": José de Gálvez y la burocracia fiscal novohispana (1754-1800)" en Historia Mexicana, vol. XXXIII, octubre diciembre 1983, núm. 2, p. 224-264
sobreLangue, "Los señores de Zacatecas. Una aristocracia minera del siglo XVIII novohispano"
sobre Sánchez de Tagle, Valero, Martínez, "Padrón de frentes e historia del primer impuesto predial"
sobre Gresle-Pouligny, "Un plan pour Mexico-Tenochtitlan: les représentations de la cité et l'imaginaire européen (XVIe-XVIIIe siècles)"
représentations de la cite et l'imaginaire européen (XVIe-XVIIIe siècles), pref. de Jean-Pierre Berthe, Paris – Montréal, L'Harmattan, 1999. (Recherches et documents. Amériques latines)
sobre Suárez Argüello, "Camino real y carrera larga. La arriería en la Nueva España durante el siglo XVIII
SUAREZ ARGÜELLO, Clara Elena, Camino real y carrera larga. La arriería en la Nueva España durante el siglo XVIII, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1997, 350 p.
Reseñado por Eduardo Flores Clair
DEH-INAH
En 1929, Salvador Ortiz Vidales, en el libro La arriería en México, compiló una serie de experiencias, anécdotas y pasajes de la vida de los actores sociales de la arriería. En forma fragmentada, describió la estructura general del transporte de mercancías durante el siglo pasado, para lo cual realizo una revisión exhaustiva en artículos y libros literarios sobre México. Hasta ese momento, la arriería sólo había sido un capitulo "incidental" en los escritos de viajeros y literatos, pero no se había reconocido su importancia vital e histórica. Como el autor decía: "El arriero con su atajo de mulas, llevando mercancías de una a otra parte, fue el único sistema de exportación, desde la dominación española, hasta poco después de la introducción de los ferrocarriles". Este antecedente sirve para resaltar aun más la trascendencia de la investigación de Clara Elena Suárez Argüello, porque hasta ahora no contábamos con un libro dedicado exclusivamente a la arriería, la cual, como es bien sabido por diversos estudios, fue el cemento de permitió unir las partes de los sistemas productivos existentes, estimuló la producción de un gran número de mercancías especializadas, estrechó las relaciones entre el mundo rural y el urbano, y tendió puentes de comunicación a lo largo y ancho del país.
Teniendo como marco de referencia conceptual la formación del mercado novohispano y la escasez de trabajos especializados sobre el tema, Suárez Argüello nos presenta dos historias enlazadas. Por una parte realiza un análisis cuidadoso de cada uno de los factores que constituyeron el transporte de mercancías en general. En segundo término, el texto se enriquece con el estudio particular de la arriería del tabaco. A lo largo del libro, la autora polemiza con todos aquellos historiadores que se han atrevido afirmar que durante la época colonial "el transporte de carga era ineficiente". Demuestra, a través de diversos testimonios y mediciones, que el trabajo de los arrieros era una actividad especializada y respondía a una organización "compleja y sofisticada".
Después de realizar una revisión historiográfica sobre la conformación del mercado novohispano y el funcionamiento del estanco de tabaco, la autora nos plantea la hipótesis que guía la investigación. Asegura que a finales del siglo XVIII existían distintas regiones altamente articuladas. Dicha "articulación se logró gracias a una red de transporte firmemente establecida y consolidada en la Nueva España que trasladaba mercancías tanto nativas como de importación y que coadyuvó a la integración del mercado". Suárez Argüello dice que las ciudades y los centros mineros se convirtieron en "imanes comerciales" que ayudaron a dinamizar diversos sectores productivos a pesar de que el transporte de mercancías se enfrentaba a malos caminos, enormes distancias, fletes elevados, la difícil estructura geológica y las inclemencias del clima de nuestro país. Frente a este conjunto de obstáculos, la autora concluye que hay que "entender el transporte como una secuencia ininterrumpida de respuestas a la demanda impredecible en la que interactúan fuerzas económicas y políticas".
Uno de los temas que más llamó nuestra atención es el referido a la geografía de la arriería. En el caso del transporte de tabaco, así como el de otras mercancías, los viajes eran impresionantes y casi inimaginables. Las recuas recorrían varios cientos de kilómetros por valles, montañas, ríos, desiertos y ciudades. Sólo para tener una idea de la magnitud de esta actividad, podemos decir que en 1800, el abasto del tabaco utilizó entre 25 mil y 30 mil mulas, las cuales viajaron principalmente a los campos de cultivo veracruzanos y a las ciudades consumidoras del norte del país como: Guadalajara, Chihuahua, Coahuila, Rosario, San Carlos de Santander, Durango, entre muchas más. Sobra decir que el sistema de arriería abarcaba buena parte del territorio y se encargaba de distribuir una infinidad de mercancías. De hecho, los arrieros, en sus distintas modalidades, llegaban hasta los lugares más recónditos del virreinato, soportaban un gigantesco esfuerzo y utilizaban un tiempo desmesurado.
¿Cuál era la distancia que recorrían las mulas en un día? Es probable que nadie pueda dar una respuesta exacta, pues el tiempo que se consumía de un lugar a otro era muy relativo. Para realizar un calculo cercano, habría que tomar en consideración un gran número de variables (económicas, físicas, estacionales, ciclos agrícolas, políticas, etc.), las cuales determinaban el transcurso de los recorridos. Este problema nos lleva a recordar un cálculo que realizó el inglés Henry George Ward, durante su primer viaje entre Veracruz y la ciudad de México, en 1823. Este afirmo que "el paso ordinario de un arriero cuando las mulas llevan su carga completa de doce arrobas (300 libras [138 kilogramos aproximadamente]) no excede de cuatro leguas por día" [o 16.76 kilómetros]. Los datos que maneja la autora son muy semejantes a los de Ward y por ejemplo, asegura que, "viajar a Rosario desde la ciudad de México era recorrer 293 leguas (1,198.37 kilómetros) con un tiempo promedio de 77 días". Solo por hacer una comparación fortuita y que podamos imaginar la enorme magnitud de las distancias terrestres de nuestro país, retomamos el viaje del virrey marqués de Branciforte, quien en 1794, viajó de Cádiz a Veracruz en tan solo 47 días. En otras palabras, el recorrido entre el puerto europeo y el americano se podía realizar en poco mas de la mitad del tiempo que el que representaba un viaje al norte del virreinato.
Otro aporte significativo del libro es el relativo a los costos y gastos de los fletes de mercancías. Contradiciendo lo que se había venido repitiendo por diversos autores sin realizar investigación directa en las fuentes, Suárez Argüello revela que dichos costos no eran tan altos como se pensaba. Escribió que "es real la norma de que para los productos de un bajo valor monetario su transporte tenia un alto costo, mientras que para las mercancías de elevado valor el costo del transporte era poco significativo". A partir de ahora, las investigaciones sobre los procesos productivos tendrán la obligación de cuantificar el impacto de dicho gasto sobre los costos de producción, con el fin de seguir desmitificando la idea de los altos costos que representaban los fletes.
La lectura del Camino real... me hizo recordar otro excelente libro sobre "trajinantes" en el Perú. En él, Luis Miguel Glave, entre otras cosas, analiza los circuitos comerciales de una vasta región. Paradójicamente, cada libro estudia una de las principales actividades en cada virreinato: la coca y el tabaco. Es bien sabido que ambos productos tuvieron un enorme impacto económico, político, social y cultural en nuestras sociedades. Sin embargo, el tiempo ha pasado y en la actualidad existe un proceso represivo que amenaza nuestras raíces históricas.
Por último, el libro no sólo resulta ameno, sugerente, informativo y quizá, para algunos, hasta cierto grado polémico, por su carácter general. Pero pensamos que en realidad es una invitación directa para que otros estudiosos de la historia económica de México se preocupen por esta problemática y se incorporen a esta nueva discusión por medio del estudio particular de las diversas actividades económicas, con lo cual el panorama de la arriería adquirirá su real complejidad. Pues de hecho se cuenta con materiales disponibles en los diversos archivos y resulta imprescindible conocer las distintas maneras en que circulaban las mercancías, para tener el cuadro completo.
Eduardo Flores Clair
DEH-INAH
sobre Patricia Osante, "Orígenes del Nuevo Santander, 1748-1772"
Patricia Osante, Orígenes del Nuevo Santander, 1748-1772, México, Universidad Nacional Autónoma de México - Universidad Autónoma de Tamaulipas, 1997, 300 p., cuadros, mapas.
Reseñado para H-MEXICO por Jorge Silva Riquer
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
El trabajo que publicó Patricia Osante por medio de dos instituciones de educación superior aborda un espacio y tiempo importantes en la formación del territorio novohispano del siglo XVIII. Es precisamente el territorio del Nuevo Santander, conocido como el Seno Mexicano, entre 1748 y 1772. Parte de una reseña que comprende casi todos los aspectos que se presentaron en este espacio colonial desde el momento de la conquista y algunos de los problemas a los que se enfrento la política de colonización española a lo largo de los siglos XVI y XVII. Hechos que estuvieron marcados por la presencia de sujetos que tuvieron una trascendencia en la organización de la nueva colonia, o bien por los propios planteamientos que se llevaron a cabo para la colonización del norte de Nueva España.
Osante no deja de mencionar los temas inherentes a esta problemática, asuntos como la cuestión geográfica, la presencia de los grupos indígenas, la incursión de los misioneros españoles, civiles y religiosos, como parte importante del escenario donde se desarrolla el problema central del texto. Estos elementos se encuentran en los primeros capítulos del libro. Posteriormente la autora nos presenta el punto central de su investigación: Los proyectos de colonización del Seno mexicano y principalmente el que llevó a cabo José de Escandón entre 1748 y 1772. Al final fue el que tuvo los mejores resultados, según la autora, y aparentemente sin tener un mayor costo que el establecido al principio por la corona española. Los anteriores habían sido muy gravosos y la Real Hacienda había tenido que subsidiarlos, con resultados no siempre satisfactorios.
La autora, después de una explicación completa sobre lo que para ella son las bases analíticas, presenta la propuesta de Escandón para llevar a cabo el establecimiento de los centros urbanos necesarios para la colonización y formación del Nuevo Santander. La diferencia radicaba en cómo llevar a cabo la colonización, entre la propuesta que mantenía la corona española para establecer poblaciones en el septentrión de Nueva España y la que llevaría Escandón. La variación en la propuesta es que fuera una empresa mixta la que llevara a cabo el proceso de poblamiento del Seno Mexicano. Consistió en que fueran los hombres "prominentes" quienes invertirían en los gastos de traslado y establecimiento de un numero de pobladores en cada una de las villas y ciudades a establecer, además de asumir parte de los gastos de manutención. Por su parte Escandón debería cubrir los gastos de los oficiales y funcionarios que asumieran la obligación de controlar y aplicar las disposiciones necesarias para el establecimiento de los nuevos centros. Estas erogaciones estaban perfectamente determinadas desde antes y que debería cubrir la Real Hacienda.
Escandón propuso llevar a cabo dicha colonización con base en la negociación que realizó con las autoridades virreinales y con los futuros pobladores. Con los primeros se determino que sólo se les apoyaría con una determinada cantidad, la que proporcionaría la Real Hacienda, además que no se pagarían los salarios a los militares, que por lo regular elevaban el costo del poblamiento y sostenimiento; los pobladores recibirían una exención impositiva por un total de 20 años, tiempo en el cual se lograría consolidar la agricultura, ganadería y comercio en la región. Con los particulares u hombres "prominentes" el acuerdo fue que ellos realizaran los gastos de traslado y establecimiento de los pobladores, así como lo referente a la consolidación de los sistemas de producción agropecuaria; recibieron a cambio el nombramiento de autoridades de las ciudades y villas, en ciertos casos algunos pagos por ser parte del aparato militar y lo más importante se adueñaron (o bien confirmaron), de extensiones de tierra para su provecho. Por su parte Escandón recibió el apoyo para convertirse en el jefe de la provincia y determinar lo conducente en todo, además de que en ciertas ocasiones tuvo que desembolsar parte de sus ingresos para apoyar su proyecto.
Un asunto importante, nos dice Osante, fue la relación que debieron establecer con los indígenas de la región, caracterizados como irredentos y "cazadores recolectores". Si bien hubo varios intentos previos de sometimiento bajo el patrón anterior de poblamiento, Escandón se comprometió a reducirlos sin cargo a la Real Hacienda. La propuesta que presentó fue el reparto de tierra dentro de los nuevos espacios urbanos que se establecerían. Y otro punto importante era abrir un puerto al comercio exterior e interior en Soto la Marina, así como construir los caminos necesarios para fomentar el comercio en la provincia para beneficio mutuo.
El resto del texto nos presenta las consecuencias de su intento: colonización estable, creación de villas y ciudades, empresas ganaderas, con poco desarrollo agrícola. Hubo un momento en que se presentaron crisis de subsistencia, y sin lograr el establecimiento del puerto al comercio en Soto la Marina por la férrea defensa para no permitir habilitar otro puerto al comercio exterior que hicieron los comerciantes del Consulado de México. Dentro de la explicación de los resultados Osante nos presenta y resalta cuales fueron los logros y beneficios, pero menciona con menor énfasis los fracasos y algunos problemas que no explica del todo, mucho menos satisfactoriamente.
Por ejemplo los hombres "prominentes" se beneficiaron de toda la propuesta, consolidaron sus propiedades de agostadero en la provincia, se convirtieron en los jefes militares y autoridades civiles, controlaron la fuerza de trabajo, en algunos casos encabezaron las incursiones para someter a los indígenas que posteriormente obligaban a trabajar en sus propiedades. Respecto al otro sector que también participó de dicho proyecto, los grupos de castas e indígenas que fueron trasladados a estos nuevos asentamientos con la promesa de reparto de tierra y mejores posibilidades de reproducción, fueron engañados y se convirtieron sólo en trabajadores de los verdaderos dueños, los hombres "prominentes". Sin embargo, aquí una pregunta que no se responde es cómo lograron asentar y obligar a esta población a trabajar bajo condiciones similares a las que estaban en sus lugares de origen. Si se recuerda que no existió la ayuda espiritual de los religiosos y mucho menos la presencia militar ¿cómo es que mantienen a la población en estas condiciones, con sólo el reparto de la tierra que se proporcionó sólo a la ciudad o villa? Otro aspecto que no cuestiona la autora son las incursiones y sometimiento de los indios de la región, los cuales, según ella misma son una gran variedad, asunto que sin duda obstaculizó los primeros intentos de colonización por parte de las autoridades españolas ¿cómo resolvieron Escandón y los hombres "prominentes" este problema, que no fue menor?
El trabajo es sin duda un estudio interesante que presenta la explicación, más o menos completa, del proyecto que encabezo Escandón para poblar el llamado Seno Mexicano, o la provincia del Nuevo Santander. Rico en referencias documentales, no deja de lado el abundante material bibliográfico que se ha publicado; todo ello le permite a la autora presentar una visión general del problema desde sus orígenes hasta la propuesta de Escandón. Por ultimo es de destacar que Patricia Osante se esmeró en la redacción, asunto importante ya que hace más accesible la lectura de su extenso trabajo.
Jorge Silva Riquer
Instituto de Investigaciones José Ma. Luis Mora
sobre "Las minas hispanoamericanas a mediados del siglo XVIII."
Isabel Galaor, D. Gloner, Bernd Hausberger, M. Hoflein, G. Probst, R. Scheffel, S. Thamm, Ngozi V. Voel (eds.), Las minas hispanoamericanas a mediados del siglo XVIII. Informes enviados al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, Vervuert Verlag, Frankfurt am Main, 1998, 244 p.
Por Eduardo Flores Clair
DEH- Instituto Nacional de Antropología e Historia
Durante el siglo XVIII, el imperio español requirió de una enorme cantidad de información de sus vastos territorios para diseñar e impulsar una política modernizadora, que le ayudara a reforzar su dominio, aumentar su eficiencia y aprovechar los recursos para incrementar los caudales de las arcas reales. La corona seguía muy de cerca el postulado de saber es poder; por ello, los funcionarios pusieron en marcha diversos planes para la compilación masiva de datos. Casi siempre, este tipo de acciones fueron duales, es decir públicas y secretas, políticas y académicas. Pero en esta estrategia, la ciencia jugó un papel determinante como portadora de los intercambios culturales. A este respecto habría que mencionar el financiamiento de las costosas expediciones americanas de diversa índole, la creación de instituciones de enseñanza, la promoción de publicaciones y la solicitud de informes rigurosos que dieran cuenta exacta de las materias que más interesaban al rey, para proteger sus intereses.
Este libro es producto de esa política científica que fue impulsada con las reformas borbónicas. La investigación fue encabezada por Bernd Hausberger, profesor de la Universidad Libre de Berlín, en colaboración de un grupo de alumnos y con la supervisión de Isabel Galaor. El estudio se inició con el descubrimiento de un legajo en el Archivo General de Indias que contenía trece informes de las minas americanas, los cuales habían sido generados a partir de una iniciativa colonial. En 1752, la corona española intentó crear el Gabinete de Historia Natural y envió una serie de instrucciones a los virreyes residentes en América, con el fin de reunir información suficiente sobre la situación económica y las técnicas que se utilizaban en los reales mineros. Además se les pidió que remitieran diversas muestras de mineral con el fin de hacer estudios y formar una colección.
Sobre el cumplimiento de esta disposición se tenía una pequeña señal. Álvaro López Miramontes, historiador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, encontró siete informes sobre las minas novohispanas en el Archivo General de la Nación y se encargo de publicarlos en 1975. En ese entonces, el autor tenia la intuición de que existirían más informes de otros centros mineros, aunque no se les había localizado. Por este hecho, el hallazgo y publicación de estos nuevos informes vienen a ser un complemento de gran importancia y quizá en el futuro se encuentren algunos más, pues aun faltan los reportes de varios centros mineros muy conocidos.
Teniendo en cuenta la organización del trabajo, podemos decir que el libro se encuentra dividido en cuatro partes; cada una de ellas es una contribución significativa a la historiografía minera. En la primera, Hausberger escribió un ensayo donde se contextualiza el conjunto de documentos. En segundo lugar, con la ayuda de los colaboradores, se realizó un esbozo general de cada uno de los centros mineros. En tercer lugar se encuentra la edición de los informes que fueron enviados por las autoridades coloniales y finalmente, el texto se acompaña de un útil glosario y una muy completa bibliografía sobre la minería y el desarrollo de la ciencia a ambos lados del mar. En el ensayo introductorio, el autor se centra en la polémica sobre el crecimiento de la producción de metales preciosos en Hispanoamérica, gracias a la política de fomento y protección colonial. Hace una cuidadosa revisión del desarrollo de la ciencia y evalúa su importancia respecto a las valiosas obras que aportaron. Se incluye una sugerente comparación entre las condiciones de desarrollo minero en el espacio andino y novohispano, se analizan factores como el capital, la población trabajadora, el proceso de trabajo, el circuito de comercialización, el sistema de crédito, entre otros. Plantea la necesidad de renovar la investigación impulsando estudios sobre la multitud de pequeñas explotaciones y sugiere que la historia minera no se restrinja a los metales preciosos como lo ha hecho hasta ahora.
Una de las ideas que no compartimos con Hausberger, se refiere a la relación entre religión y ciencia. El autor señaló que "el trabajo científico y la interpretación de la naturaleza poco a poco se liberaron de la influencia de las creencias religiosas, con lo que desapareció uno de los obstáculos principales para su avance". Nos parece que la afirmación no tiene mucho que ver con la realidad, tanto de la metrópoli como de los virreinatos. Entre los mas destacados impulsores de la ciencia se encontraban notables eclesiásticos. Incluso en los centros de enseñanza que estimuló la ilustración, se continuó impartiendo la religión como parte de la educación de la nuevas generaciones ilustradas.
Es notable el esfuerzo por reunir información sobre los trece centros mineros localizados en los virreinatos del Perú y Nueva España; en esta historia fragmentada se recupera el tiempo y la memoria de estos pueblos que fueron muy admirados por los ricos hallazgos de metales preciosos pero que hoy, en su mayoría, muestran un estado de enorme decadencia. El contexto histórico de cada una de las zonas se distingue por su variabilidad de tratamiento. Algunos han dejado una huella mas profunda; su producción ha sido tan sobresaliente que han generado gran cantidad de testimonios y documentos. En cambio otras, se conocen poco y siguen siendo un misterio; en su mayoría gozaron de una bonanza efímera y luego padecieron una borrasca duradera. Por esta razón, el rastrear su acontecer histórico resulta una tarea difícil de cumplir plenamente. Es evidente que se conocen mejor, para distintas regiones mineras, las primeras exploraciones y explotaciones que se hicieron durante los años de conquista. Después, la historia se estanca, viene una etapa de agotamiento que puede ser mas o menos prolongada. En general, son escasos los datos sobre el siglo XVII y poco sabe que es lo que pasó en esa etapa, pero la información vuelve a fluir en la segunda mitad del siglo XVIII. Con esto no se pretende decir que se deba todo a las reformas borbónicas, sino que seguía existiendo esa inquietud por seguir explotando minas que habían tenido buenos resultados en periodos anteriores. Algunos esbozos se prolongan hacia las primeras inversiones de capital extranjero y hoy en día siguen explotándose.
De hecho estos informes son producto de una iniciativa científica fallida, pues el Gabinete que se planeaba realizar quedó por muchos años en el olvido. Sin embargo, estos datos dieron origen a una fuente de gran calidad, la cual brinda la posibilidad de realizar diversas investigaciones en distintas áreas. La lectura de cada uno de los trece documentos puede despertar el interés en diversos sentidos; por ejemplo, el nombre de las minas, que en general eran de advocaciones marianas como Nuestra Señora del Rosario o Nuestra Señora de la Concepción, dan la idea de que a esos lugares se les atribuye una cierta religiosidad como en los tiempos prehispánicos. Sobre este punto, llama mucho nuestra atención que distintos informes confirmen que en la región andina, las minas "fueron labradas por los incas". Respecto a los datos económicos y técnicos tenemos dudas sobre su veracidad, pues si bien es cierto que se describen los procesos de trabajo a grandes líneas, también es cierto que se nota un temor relativo por la posibilidad de que se les aumenten los impuestos. De hecho, casi siempre, declararon que solo producían minerales pobres, que los costos eran muy altos y las ganancias casi no existían. Al respecto, Prudencio Pérez, del Cerro del Potosí, escribió: "Y del pobre interesado paga todos estos defectos y vive aniquilado y destruido sin créditos, como me sucede a mí que distribuyendo mas de dos mil pesos en cada semana en gastos de cerro e ingenio no tengo con que comer el domingo". Esta situación, la aprovecharon algunos para demandar "auxilios" y reclamar por los altos impuestos a que estaban sometidos.
Respecto al glosario que se incluye en el libro, resulta muy significativo ya que aclara el significado de esa terminología tan especializada que no siempre se explica al lector. Esta herramienta, imprescindible para la lectura, se apoyo en la excelente obra de Frédérique Langue y Carmen Salazar Soler, Diccionario de términos mineros para la América Española, siglos XVI-XIX. Sin embargo, como todo diccionario, siempre es susceptible de enriquecerse como lo demuestra el libro reseñado.
Este libro puede resultar atractivo tanto a especialistas como a publico en general que deseen conocer la situación de las minas americanas en un periodo de vital recomposición; su lectura evoca imágenes donde la frustración y el desaliento de los pueblos mineros se combina con la fuerza esperanzadora de volver a los días de gran esplendor y riqueza.
Eduardo Flores Clair
zarate@conacyt.mx
DEH- Instituto Nacional de Antropología e Historia