Colonial
Tributos tardíos de la Nueva España. Programa interactivo en homenaje a Cayetano Reyes García.
Tributos tardíos de la Nueva España reúne, para su comparación, las cuatro últimas demostraciones numéricas que se hicieron en la Real Hacienda sobre los tributos y los tributarios: el Estado general del número de individuos de la clase contribuyente de 1805 y el Estado general de los Tributos de 1805, dados a conocer en 1977 por Cayetano Reyes García. Revisados, aquí se vuelven a publicar, junto con el Estado del producto, gastos, liquido, y pendiente de Tributos de 1809 y el Estado general de los Tributos de 1810, ambos elaborados entre 1817 y 1818. A los cuatro los une la necesidad de apreciar el universo completo de lo que se tributaba, antes de la guerra por la independencia para aumentar la recaudación, y durante la guerra, para restablecerla, pues se declararon extintos los tributos en los últimos meses de 1810. Sorprenden por su infinita utilidad para conocer la distribución espacial de los tributarios y el contexto familiar de dicha clase administrativa, que sumaba, en 1805, 3265 710 individuos, indios en su mayoría y castas en un 12.5%. Las cargas eran varias y desiguales y comprometían en 1810 a 899 378 personas que debían ingresar al erario 1647 899 pesos, aunque la cifra no pudo completarse por la guerra.
Las Filipinas, ¿Una periferia global? Gobernar y vivir en los confines del imperio hispano.
Las Filipinas, conquistadas por los españoles a partir de 1565, constituyen un paroxismo del gobierno imperial a distancia. Conectadas con el resto de la monarquía hispánica a través de un galeón que efectúa la travesía sin escalas más larga del mundo —entre Manila y Acapulco-, este archipiélago integra un espacio bisagra entre China, el Pacífico e Insulindia, la India y el mundo árabe-turco. Aún más allá se perfilan, por un lado, la Nueva España y el Atlántico Norte y, por el otro, el Atlántico Sur. Y todo ello desemboca en el estuario del Guadalquivir y Sevilla.
En suma, las Filipinas son una frontera imperial situada en el centro de los intercambios que conectan el Sudeste de Asia con el resto del mundo: una “periferia global”.
En el presente libro, los autores se interesan principalmente en el rol del espacio en las configuraciones imperiales ibéricas. Para ello, ofrecen un enfoque “a ras de suelo” de la sociedad filipina, al centrarse en estudios de caso, trayectorias, experiencias y hechos de la vida cotidiana. Todo ello se engarza en el conglomerado macrohistórico de un imperio cuyo orgullo y legitimidad descansa en el hecho de que “el sol no se oculta jamás en sus posesiones”, y donde la misa se dice a lo largo de las 24 horas del día.