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Por una Ley General de Archivos

Autor: 
VVAA
Síntesis: 

EXHORTO DIRIGIDO A SENADORES Y SENADORAS QUE CONFORMAN LA MESA DIRECTIVA, LA JUNTA DE COORDINACIÓN POLÍTICA Y LAS COMISIONES DICTAMINADORAS DE LA LXIII LEGISLATURA:

URGE LEY GENERAL DE ARCHIVOS

Se exhorta al Senado a la discusión y aprobación de una Ley General de Archivos congruente con los avances legislativos en materia de transparencia y acceso a la información.

Senador Pablo Escudero Morales, Presidente de la Mesa Directiva

Senador Fernando Herrera Ávila,
Presidente de la Junta de Coordinación Política

Senadora Cristina Díaz Salazar, Presidenta de la Comisión de Gobernación

Senador Miguel Barbosa Huerta,
Presidente de la Comisión de Estudios Legislativos Segunda

En octubre de este año el Congreso de la Unión cumplió un año y ocho meses de retraso en el cumplimiento de los plazos establecidos por la reforma constitucional en materia de transparencia y acceso a la información que mandataban la promulgación de una Ley General de Archivos. Esta reforma estableció que dicha ley debía normar la organización y administración homogénea de los archivos en los tres órdenes de gobierno para determinar las bases de organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos.

La gestión de los archivos públicos es condición indispensable para la materialización del derecho de acceso a la información y el deber de rendición de cuentas. Asimismo, una incorrecta gestión puede minar la producción académica, histórica e investigativa. La gestión documental se refiere a documentos que testifican las decisiones públicas, tanto del pasado como del presente. De ahí la urgencia de una norma general y de un sistema nacional que se articule con los sistemas nacionales de fiscalización, transparencia y combate a la corrupción.

Los archivos son fuente imprescindible para la comprensión de la historia, para la formación de las memorias colectivas y la definición de las identidades. Sin los documentos que albergan no es posible elaborar una explicación completa del pasado y del presente del país, ni proyectar su futuro. No obstante, su relevancia que no ha sido debidamente reconocida por el Congreso ni por la Presidencia de la República.

Desde inicios de 2016 se conformó un grupo plural de trabajo entre organizaciones civiles, expertos en archivística y senadores, dedicado a la redacción de propuestas para una iniciativa que responda a las necesidades en la materia. Sin embargo, por razones desconocidas, las propuestas trabajadas se encuentran detenidas y no se ha presentado formalmente una iniciativa en las comisiones legislativas. Por ello, exhortamos a las comisiones responsables, Anticorrupción y participación ciudadana, Gobernación y Estudios Legislativos Segunda, a presentar y dictaminar cuanto antes una Ley General que contemple lo siguiente:

1. El modelo de rectoría del sistema nacional de archivos debe tener como elemento principal la especialidad técnica. El conocimiento sobre los archivos es fundamental para construir los lineamientos nacionales en la materia. Afortunadamente, el país tiene experiencia suficiente para echar a andar el sistema nacional. Instituciones como el Archivo General de la Nación (AGN) tienen la capacidad, la profesionalización y los conocimientos técnicos para enfrentar el gran reto. Por ello, la Secretaría de Gobernación no debe de ser la instancia encargada de establecer los lineamientos, disposiciones y diseño de herramientas de consulta, para que la materia archivística no se diseñe a partir de criterios políticos sino del conocimiento técnico que atienda a las necesidades del país.

2. La capacidad de acción del AGN ante nuevas obligaciones no ha sido considerada en los proyectos que se han discutido en mesas técnicas ni tampoco en el proyecto del presupuesto que deberá ejercerse en 2017. En éste último, lejos de fortalecer al AGN, se propone una reducción presupuestal de más del 78 por ciento (de 321.2 millones a 67.5 millones). Si las atribuciones con las que ya cuenta por la Ley Federal de Archivos no han podido ser cumplidas a cabalidad por sus limitaciones operativas y presupuestarias, el panorama frente a futuras obligaciones es inquietante.

3. En congruencia con la normatividad en materia de transparencia y acceso a la información aprobada hasta ahora, los archivos históricos deben conservar su carácter público. Cualquier restricción para el acceso a los archivos históricos debe ser eliminada sin ambigüedades, es decir, los documentos históricos no pueden ser considerados información reservada ni confidencial. De igual forma, es necesario garantizar mecanismos y plazos de transferencia secundaria para que todos los archivos de interés público puedan estar a disposición de la ciudadanía. 

Exhortamos a que este debate suceda cuanto antes, públicamente y escuchando las voces de las y los expertos. Los archivos son un tema tan importante que merece una amplia y pronta deliberación. Nuestro país tiene experiencia, tiene profesionales de los archivos y propuestas con calidad técnica que merecen ser consideradas y discutidas en un debate nacional similar a los que han sucedido en otros procesos de reforma. Sin reglas técnicas de archivos, es decir, lineamientos claros, homogéneos y basados en la archivística, el país corre el riesgo de ver fracasar a los sistemas nacionales ya aprobados, pues sin documentos que contengan la memoria y evidencia de las decisiones y actos de gobierno, es materialmente imposible que exista la transparencia y el acceso a la información como también será imposible asignar responsabilidades por actos de corrupción e impunidad.

Ccp. Senadores y senadoras que integran la Mesa Directiva: Blanca María del Socorro Alcalá Ruiz, César Octavio Pedroza Gaitán, Luis Sánchez Jiménez, Itzel Sarahí Ríos de la Mora, Rosa Adriana Díaz Lizama, Luis Humberto Fernández Fuentes, María Elena Barrera Tapia y Ana Gabriela Guevara Espinoza.

Ccp. Senadores y senadoras integrantes de la Junta de Coordinación Política: Emilio Gamboa Patrón, Miguel Barbosa Huerta, Carlos Alberto Puente Salas, Manuel Bartlett Díaz, Miguel Romo Medina, Lucero Saldaña Pérez y Sonia Mendoza Díaz.

Ccp. Senadores y senadoras integrantes de la Comisión de Gobernación: Héctor Larios Córdova, Armando Ríos Piter, Miguel Ángel Chico Herrera, Ismael Hernández Deras, Manuel Cárdenas Fonseca, Gerardo Sánchez García, Graciela Ortiz González, Fernando Yunes Márquez, Salvador Vega Casillas, Laura Angélica Rojas Hernández, Raúl Morón Orozco y Ángel Benjamín Robles Montoya.

Ccp. Senadores y senadoras que integran la Comisión de Estudios Legislativos Segunda: Juan Carlos Romero Hicks, Ma. del Rocío Pineda Gochi, Lisbeth Hernández Lecona y Luis Fernando Salazar Fernández.

FIRMAN

Abogadas y Abogados para la Justicia y los Derechos Humanos, Alianza Cívica, Alternativas y Capacidades, Archiveros sin Fronteras Internacional, ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica, Casa del Migrante Saltillo (Frontera con Justicia), CCiudadano Construcción y articulación de lo público, Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS), Centro para el Desarrollo Integral de la Mujer, Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos AC (CADHAC), Colectivo Ciudadanos por Municipios Transparentes (CIMTRA), Colectivo por la Transparencia, Colectivo contra la Tortura y la Impunidad, Colegio Nacional de Archivistas, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos, Comité Mexicano de Ciencias Históricas, Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noreste, Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad, Cultura Ecológica, DECA - Equipo Pueblo, Equis Justicia para las Mujeres, Escuela Mexicana de Archivos, Foro para el Desarrollo Sustentable, Fundación Arcoiris, Fundar Centro de Análisis e Información, Fundación Pensamiento Libre, Gente Diversa de Baja California, Gestión Social y Cooperación (GESOC), Greenpeace México, Horizontal, Inclusión y Equidad Consultora Latinoamericana, Indignación Promoción y Defensa de Derechos Humanos, Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social INCIDE Social, Iniciativa Ciudadana para la Promoción del Diálogo, Iniciativas Humanas y Sociales, Información Accesible y Rendición de Cuentas (IARAC), Iniciativa Sinaloa, Instituto de Estudios y Divulgación sobre Migración, Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), México Infórmate, Participando por México, Programa Interdisciplinarios en Estudios Migratorios CIDE, Red Consejo Ciudadano a la Contraloría, Red Solidaria Década contra la Impunidad, Red para la Transparencia Activa, Son Tus Datos (Artículo 12), Sonora Ciudadana y Visión Legislativa.

A TÍTULO PERSONAL:

Aleida Calleja, Alejandra Ríos, Alfredo Ávila, Alfredo Pureco Ornelas, Alicia Salmerón, Ana Elena Fierro, Andrés Lira González, Andrés Ríos Molina, Antonio Escobar Ohmstede, Antonio Pérez Victoria, Argely Pérez Carrillo, Aurora Gómez Galvarriato, Berenice Alcántara, Carlos Marichal, Cecilia Azuara, Clara Jusidman, Claudia Agostoni, Edith Mercado Gómez, Eduardo Bohórquez, Eduardo Hernández Rodríguez, Elena Azaola, Emilio Del Carmen López, Enrique Espinosa Cruz, Engracia Loyo Bravo, Eréndira Sarahí Pérez Ponce, Érika Gabriela Pani, Evelia Trejo Estrada, Francisco Flores Carrillo, Francisco Quijano, Gabriela Morales Martínez, Guillermo Cejudo, Héctor Zarauz López, Hna. Consuelo Morales, Ina Zoon, Isabel Martínez, Iván García Gárate, Ivonne Mijares Ramírez, Javier Sanchiz Ruíz, Jenaro Villamil, Jesús Cantú, Jorge Alberto Schiavón, Jorge Javier Romero, José Antonio Ramírez Deleón, José Luis Cardoso Suárez, José Rubén Romero Galván, Julio López Troncoso, Laura Rubio Díaz Leal, Liliana Veloz, Lourdes Morales Canales, Lorenzo Meyer, Luis Daniel Vázquez, Maria Cecilia Zuleta, Maria Eugenia Arias Gómez, María del Carmen Pardo, María del Carmen Vázquez Mantecón, Mariana Flores Guevara, Mariclaire Acosta, Martín Ríos Saloma, Mauricio Merino Huerta, Pablo Yankelevich, Pedro Carta, Pilar Martínez López-Cano, Regina Lira, Roberto Martínez González, Rodrigo Díaz Maldonado, Rodrigo Moreno Gutiérrez, Romana Gloria Falcón Vega, Sergio Aguayo, Sergio Miranda, Silvano Cantú, Silvia Dutrénit Bielous, Soledad Loaeza, Susana Sosenski, Virginia Guedea, Paola Chenillo Alazraki, Iliana Quintanar Zárate.

 

 

Otros historiadores que se han adherido a la carta enviada al Senado:

 

Miguel Pastrana

Fernando Betancourt

Patricia Osante
Teresa Álvarez Icaza Longoria
Gabriel Kruell
Enrique Plasencia de la Parra
Guadalupe Pinzón
Felipe Castro
Federico Navarrete
Iván Escamilla González
Pilar Gilardi
Álvaro Matute

 

Categoría: 
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Área de interés: 
Bibliotecas y Archivos

Desde una lista de correo a un grupo virtual sobre historia, 1995-2013

Autor: 
Felipe Castro Gutiérrez
Institución: 
Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México
Síntesis: 

Desde una lista de correo a un grupo virtual sobre historia, 1995-2013[1]

 

Hace cosa de treinta años ingresé al Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, como un joven entusiasta y un tanto nervioso de codearse con tantos de mis maestros. Un día, curioseando por una especie de bodega descubrí que un bulto envuelto en plástico era una computadora IBM –del modelo con pantalla monocromática, con dos drives para disketes de 51/4-al parecer obsequio de algún departamento de Ciencias. Incluía un manual que explicaba las cosas paso por paso, y algunos programas básicos. En el Instituto nadie tenía mucha idea de qué podría hacerse con ella, pero no había objeción a que yo la empleara. Me pareció excelente contar con mi propio equipo, y comencé a verter mis datos de archivo en DBase y mis artículos en un programa hoy desaparecido, Perfect Writer. Ahí comenzó mi relación continua con el mundo cibernético, que me ha dejado muchas satisfacciones –y, también, algunas frustraciones.

La siguiente etapa arribó en 1995 cuando la UNAM comenzó a instalar internet en todas sus dependencias. Desde luego, yo tenía un vago conocimiento de la existencia de la red de redes, pero por entonces el acceso no era común ni frecuente. Eran los tiempos previos a la explosión de la world wide web y su miríada de contenidos; y en cuanto al e-mail ¿para que serviría si casi no había con quien comunicarse por esa vía en México? Algunos colegas simplemente no hicieron mucho caso y sospecho que sus buzones, con los años, acumularon cientos de mensajes sin leer. Hubo por otro lado quienes mostraron algún moderado interés y unos pocos que nos convertimos en entusiastas. Según recuerdo, pasé muchas horas navegando por el ciberespacio sin más propósito que el de la exploración por sí misma; me temo que lo que ahora llamamos “productividad” sufrió bastante en ese año. Al cabo no fue tiempo perdido, porque así fue que descubrí las listas de correo (sobre todo, H-LATAM, parte de una vasta y pujante asociación internacional, H-NET), donde podía encontrar discusiones, referencias a recursos valiosos, noticias y, en general, un entorno ilustrado y cosmopolita, y en donde participaban activamente muchos historiadores que conocía y admiraba por mis lecturas.

De manera casi inmediata pasé a plantearme la posibilidad de establecer un equivalente en México, que recogiera la amplia producción historiográfica y la muy activa vida académica mexicana. Y, desde luego en español (o, más bien dicho, en espannol o espanyol, porque las peculiaridades de nuestra lengua no podían por entonces presentarse en pantalla). Descubrí que técnicamente no era muy complicado y con el apoyo de la directora del Instituto, Gisela von Wobeser (y de sus consecutivas sucesoras), y de Alejandro Pisanty, al frente por entonces de la Dirección de Cómputo (entonces DGSCA, hoy DGTIC), pude establecer en junio de 1995 la lista de correo H-MEXICO. Los criterios editoriales fueron los de de H-Net, a la que seguimos asociados hasta 2013, cuando separamos nuestros caminos. En este empeño conté con la colaboración inicialmente de Martha Loyo y a partir de 1996, de Antonio Ibarra, con quien compartí trabajos, acuerdos y desacuerdos durante largos y gozosos años, hasta que decidimos que ya era tiempo de ceder el teclado a otra generación.

El propósito inicial era crear una especie de “foro virtual” dirigido a estudiantes universitarios, profesores e investigadores (no al público en general, porque no tenía fines didácticos), con discusiones e intercambios de ideas y propuestas, y una sección secundaria de noticias varias, anuncios y novedades editoriales. También había fines que no hacíamos explícitos: permitir que la información sobre becas, concursos y recursos fuese accesible a todos por igual; y conseguir que los asuntos de interés del gremio de historiadores se discutieran públicamente. Esperaba, desde luego, que los colegas estuvieran muy interesados en difundir sus ideas y proyectos, e igualmente que verían con satisfacción la posibilidad de anunciar sus actividades de manera fácil, flexible y gratuita. La respuesta tardó un tanto en llegar, porque no había precedentes; sospecho que al principio no era claro de qué se trataba. Poco a poco llegamos a ser bien apreciados como medio de difusión, y en particular proporcionarnos un medio para que asociaciones, seminarios y grupos de trabajo dieran a conocer sus actividades sin incurrir en costos que no podían sostener. De hecho el tráfico de anuncios llegó a ser tal que renunciamos a enviarlos como mensajes individuales; comenzamos a remitir solamente un correo al día, con una compilación de todo lo disponible.

Por otro lado, las muy esperadas inteligentes y razonadas propuestas conceptuales y polémicas eruditas no llegaron, y pronto fue evidente que h-mexico sería principalmente un medio muy valioso y universalmente apreciado para estar al tanto de publicaciones, becas, convocatorias y avisos varios, con algunas consultas particulares sobre temas específicos. La excepción fueron algunos asuntos de interés gremial, como el debate en 1999 sobre el traslado del Archivo General de la Nación fuera del Distrito Federal, que contribuyó a hacer del conocimiento público lo que en otras circunstancias se habría arreglado mediante discretos acuerdos entre personalidades y funcionarios; en algo puede haber influido este intercambio de mensajes (algunos a favor, otros en contra) en la decisión final. Asimismo, hubo algunas discusiones y manifiestos posteriores sobre el mismo AGN (respecto de su presupuesto, las leyes relativas, su dirección), y los libros de texto de historia. Pero la discusión académica, que fue el propósito original, no ocurrió más que esporádicamente. 

Pronto fue evidente un patrón característico de interacción: los colegas estaban muy interesados en saber mediante h-mexico “quién se dedicaba a qué”, y luego iniciaban contactos privados con comunicaciones más sustanciales, donde podían controlar el flujo y la extensión de la información, así como asegurarse un intercambio mutuamente satisfactorio de reciprocidades. Durante un tiempo, esperé que la siguiente generación de académicos que eran “nativos digitales” cambiaría este estilo, pero los años pasaron y no sucedió así. Promovimos incluso otras opciones de comunicación, como una “Historia colectiva de México”, apoyándonos en la entusiasta colaboración de Víctor Gayol. Pero, en perspectiva, pienso que no había tenido en consideración que los variados servicios de Internet, como cualquier otro préstamo cultural o tecnológico, no podían trasladarse e implantarse literalmente. Necesariamente pasarían por un proceso de adaptación, re significación y re construcción. La tecnología es la misma, obviamente; pero su contenido y la conducta de los usuarios dependerá siempre del contexto social y cultural. Es un asunto que se presta a muchas reflexiones (que por cierto no han tenido lugar en México, aunque es un buen caso para el estudio).

El lado francamente positivo fue el acelerado y sorprendente incremento del número de subscriptores. Inicialmente habíamos pensado en un grupo que tendría algunos pocos cientos, y así fue. Pero a medida que el acceso a la red se hizo general, los usuarios llegaron a varios miles, principalmente en México y Estados Unidos, pero también en más de otros treinta países. No está mal para un medio académico que no se dedica, realmente, a la difusión del conocimiento histórico, sino a sus andamios y poleas de trasmisión. Nuestros servicios llegaron a ser particularmente apreciados por mexicanistas en el extranjero, colegas residentes fuera de las áreas metropolitanas de México, y becarios de posgrado que realizaban estudios fuera del país, que de esta manera podían estar al tanto del transcurrir cotidiano de la historiografía mexicana. Llegamos a darnos cuenta de que el nuestro ya no podía considerarse simplemente como un proyecto personal cualquiera, sino como un necesario servicio público, lo cual implicaba tanto una satisfacción como una seria responsabilidad. Por lo mismo, siempre fue nuestra política de que debíamos estar abiertos a todas las tendencias y corrientes historiográficas, y mantener el carácter neutral y profesional de los mensajes.

Dado que el grupo era moderado (los mensajes pasan por una revisión previa) el trabajo editorial era considerable. Esto fue aún más notable desde que ampliamos nuestros servicios con el establecimiento de una página web en 1999, para contar con un sitio donde la información que circulaba en la lista se presentara de forma que pudiera ser fácilmente consultable tanto por los miembros del grupo como por el público en general, además de tener un directorio de investigadores e investigaciones, listados de "vínculos" de interés, novedades editoriales; y espacios en Facebook y Twitter. Por esta razón comenzamos a referirnos ya no a una “lista de correo”, sino de un “Grupo virtual sobre historia de México”. De manera inevitable, la carga de trabajo llegó a ser excesiva. Mucho ayudó en este sentido la incorporación como editora, desde 2006 de Paola Chenillo, quien con su diligencia y entusiasmo fue fundamental para resolver el creciente problema de la administración cotidiana.

El grupo sigue siendo un proyecto particular y no es parte de la estructura formal de la UNAM (aunque, obviamente, depende de su infraestructura y soporte). Está basado en el trabajo voluntario de los editores, que realizan el equivalente de un servicio social que ocupa todos los días del año (salvo la tradicional pausa findeañera), sin mayores expectativas de reconocimiento a la hora de los omnipresentes informes, evaluaciones y promociones. En un entorno donde cada vez más la vida académica pasa por una institucionalización y burocratización, donde todo depende de instancias administrativas, presupuestos y personal contratado para distintos fines, probablemente H-MEXICO ya sea una especie de anacronismo, un superviviente de una época de hábitos y tradiciones artesanales. Pero, al cabo, los historiadores somos bastante adeptos a las formas y estilos del pasado. Y ciertamente, nos queda la satisfacción de la labor realizada a lo largo de los años y el agradecimiento de colegas y amigos.

 

Felipe Castro Gutiérrez

Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México



[1]  Este texto recoge, amplía y pone al día un texto que resultó de una entrevista sobre el mismo tema con Arno Burkholder, publicada en su blog Clionáutica, en http://clionautica.blogspot.mx/2009/01/h-mexico-acercando-los-historiadores.html

 

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