Marcello Carmagnani (1940-2025)
Marcello Carmagnani
1940-2025
Yovana Celaya Nández
IIH-S, Universidad Veracruzana
El pasado 1 de febrero un amigo italiano me comunicó la noticia de la muerte del profesor Marcello Carmagnani. Como suele ser común en Xalapa, era una tarde con lluvia y a la humedad y el frío que sentía esa tarde se sumó el dolor de la noticia. En los últimos años, el profesor Carmagnani fijó su residencia en Europa sin abandonar el espíritu de bilocación que siempre lo caracterizó, Turín, Madrid, París, Chile y México fueron puntos nodales, plataformas físicas e intelectuales desde las cuales realizó investigación y formó generaciones de historiadores. En 1992, Marcello Carmagnani se incorporó como profesor-investigador a el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. Su relación con México era de larga data, de los tiempos como estudiante de doctorado en Francia y de sus relaciones académicas con una generación de historiadores interesados en el campo de la historia económica. Una generación formada en la década de los sesentas con preocupaciones que tuvieron como objeto de problematización la economía en su dimensión histórica. En esos años, la investigación en el campo del análisis económico participaba de un debate entre los partidarios de la economía histórica y la historia económica, un debate que Carmagnani consideraba estéril pero que le permitió fijar su posición en la importancia de que la elaboración conceptual debía comprender la lógica subyacente a las decisiones de los actores económicos, sin olvidar que las decisiones no siempre obedecen a una racionalidad puramente económica. En este periodo mantiene la atenta lectura de los clásicos de la economía y de la política: Franco Venturi, Adam Smith, Karl Marx, Karl Polanyi, Isaiah Berlin, Max Weber, Joseph A. Shumpeter, Alexander Gerschenkron, Luigi Enaudi, Otto Hintze y Adolfo Wagner.
Para Marcello Carmagnani era imprescindible que los historiadores incorporásemos un instrumental teórico, de la economía, sociología o antropología, que permitiese ofrecer explicaciones del pasado que superasen narraciones lineales sustentadas sólo en el archivo. Al incorporar el debate teórico no suponía que este se impusiera sobre el campo, por el contrario, siempre apostó por reconocer que entre teoría y datos la voz que debía imponerse era la del historiador. En su extensa obra es posible identificar sus puntos de partida conceptuales, desde la economía política en su clásico libro Estado y Mercado, hasta los debates antropológicos en su libro: El Regreso de los Dioses.
En el campo historiográfico, las contribuciones del profesor Carmagnani siempre se movieron desde la historia económica y sus interacciones con lo político y cultural. Esto significó una compleja agenda de investigación que se hizo preguntas acerca del avance e institucionalidad de la fiscalidad como expresión del Estado liberal; de la identidad étnica sujeta a procesos mutable históricamente; o bien desde el método comparativo ofrecer explicaciones de cómo América Latina participa, se asume y es un actor fundamental en la conformación política y económica mundial. Esta perspectiva internacional superaba con mucho la visión comparativa a nivel de intercambios mercantiles o de bienes primarios o secundarios, por el contrario, la historia en la que inscribió la trayectoria latinoamericana es aquella en la que los nuevos estados decimonónicos se incorporaban al comercio mundial con un notable dinamismo y capacidad de competencia. De la historia comparativa a la historia global es una trayectoria académica que puede verse en su libro El Otro Occidente, en el que se propuso superar la visión internacionalista de comparación interna de áreas geográficas y apostar por un estudio de las áreas geográficas entre si, para comprender cuáles eran los obstáculos y las fuerzas dinámicas que impulsaban el desarrollo, el crecimiento cultural, político, económico y social de los diferentes países del mundo.
El profesor Carmagnani desarrolló una agenda de investigación y docencia en el que apostaba por superar las perspectivas regionales o nacionales en beneficio de la comprensión de fenómenos globales, pero esto no supuso un desconocimiento o desdén por lo local, lo que importaba para su explicación del proceso histórico era reconocer las interconexiones de largo aliento y cómo estas debían pensarse y explicarse en múltiples escalas. En Italia o en México, Marcello Carmagnani formó varias generaciones de historiadores y en 2013 un grupo de ellos nos reunimos en El Colegio de México para una jornada de conversación académica con nuestro profesor. En los dos días de trabajo constatamos que, no obstante las diferencias generacionales entre sus alumnos y los temas diversos que habíamos trabajo en nuestras tesis de grado y que seguíamos desarrollando en la vida laboral, todos nos habíamos visto favorecidos por la libertad de pensamiento que el profesor promovía en sus estudiantes, pero también por su enorme capacidad para construir lugares seguros en los cuales presentar nuestras dudas, confrontarnos con nuestras ideas y arriesgarnos en caminos historiográficos. Esa reunión se la propuse en 2012 primero como una oportunidad para conversar sobre su obra, pero sobre todo para homenajear su trayectoria académica que institucionalmente estaba por concluir en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. Al principio se opuso y después de varias conversaciones aceptó la reunión porque sabía que era la oportunidad de escuchar de nuevo a algunos de sus estudiantes y eso le hizo aceptar el homenaje. Al término de dos días de trabajo, el profesor nos dio la oportunidad de escucharlo, cuando tomó el uso de la palabra todos sus estudiantes nos dispusimos a tomar nota, a escuchar su voz pausada y durante varios minutos nos explicó el resultado de sus más recientes investigaciones sobre la relación entre economía y cultura, de esa reunión y de ese texto que más tarde se publicó retomo estas palabras: “El coloquio me ha hecho pensar que todos nosotros formamos parte de un mismo círculo que nos ha permitido –y continúa haciéndolo – enriquecernos cultural y emocionalmente y en esta forma expandir nuestra personalidad. A fin de cuenta, formamos parte de un círculo cultural en el cual, como sostuvo Simmel, los unos se encuentran con los otros, los unos van a afectar a los otros y los unos cooperan con los otros”. (Carmagnani, 2014, p. 503) Y esas palabras son las que siguen resonando en mi memoria, la importancia que el profesor concedió a la construcción colectiva en la producción de conocimiento, una virtud que nos enseñó debía acompañar a la historia para formar posiciones críticas que superen lugares comunes y mitos. Confío que la actual y las nuevas generaciones de historiadores reivindiquemos el pensamiento crítico de Marcello Carmagnani.