El movimiento pentecostal chileno a través de la Iglesia Evangélica Pentecostal, ha crecido exponensialmente impactando esferas sociales, políticas y educacionales. A partir de 1990, el paso a la llamada democracia en Chile, denota una mayor presencia de adherentes a este movimiento cristiano en las áreas señaladas. El crecimiento es notorio en Argentina y Bolivia, evidenciando un tipo de latinoamericanismo, desde la perspectiva del movimiento cristiano que más éxito numérico ha tenido en América Latina.