sobre "Informe general que en virtud de Real Orden instruyó y entregó el excelentísimo señor marqués de Sonora..." ed. de Suárez Argüello.
Informe general que en virtud de Real Orden instruyó y entregó el excelentísimo señor marqués de Sonora siendo visitador general de este reino, al excelentísimo señor virrey don Antonio Bucarely y Ursúa con fecha 31 de diciembre de 1771, edición facsimilar, estudio introductorio Clara Elena Suárez Argüello, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Miguel Ángel Porrúa librero-editor, 2002.
Reseñado por Eduardo Flores Clair
DEH-INAH
¿Reformista o lunático?
En el imaginario de los historiadores sonorenses sigue en pie el árbol donde se columpiaba el señor visitador. Al parecer su desorden mental comenzó en el ardiente norte. Juan Manuel de Viniegra, su secretario, notó que la conducta de su superior cambió a partir de una fiesta que le ofrecieron los vecinos del presidio de Buenavista. Le resultó muy extraño que abandonara su estilo huraño y se comportara de manera amigable. Al pasar los días, la perturbación fue más notable, José de Gálvez contó a sus allegados que se le había aparecido San Francisco de Asís y le había revelado el secreto para apaciguar a los indios rebeldes. El remedio era muy sencillo: se necesitaba traer de Guatemala a 600 monas vestidas de soldadescas y enfrentarlas a los insurrectos, los cuales saldrían despavoridos a buscar refugio entre los cerros. Después de este incidente, se convirtió en el hombre más afable y bondadoso de la tierra, repartía a manos llenas dinero, títulos y cargos. La enfermedad avanzó, entonces, el visitador se declaró rey de Prusia y soberano de Suecia e incluso llegó a proclamarse "Padre eterno". En su testimonio, Viniegra escribió: "con mayor furor se entretenía en quebrar un cerrojo de hierro, catres y ventanas; en abrir tabiques trabados con madera; en quemar su habitación y hasta la ropa que algunas veces conseguíamos ponerle, quedándose en carnes vivas muchos días" [1]
Pero no todo era extravagancia, en los momentos decisivos, el visitador mostró un rostro opuesto: el de una persona autoritaria, vengativa y sin compasión, que ordenaba sin preámbulos "cortar cabezas", aún a sus colaboradores más cercanos. De hecho, todos aquellos que se atrevieron a proporcionar detalles de su enfermedad mental terminaron siendo sus víctimas; sufrieron el encierro, el exilio y el desprestigio. Quizá, el árbol sea sólo un símbolo más de la locura de la modernidad, aquella que intentaba pacificar a los grupos indígenas de la región y pretendía hacer más eficiente la administración pública del virreinato de la Nueva España.
En este libro, Clara Elena Suárez nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre uno de los periodos más significativos de nuestra historia colonial. En realidad, dicho texto es mucho más que el informe que entregó José de Gálvez al concluir su misión; es una compilación cuidadosa que revela un arduo trabajo en diversos acervos (tanto mexicanos como españoles) y es un libro muy oportuno por las aspiraciones reformistas que hoy vivimos. Esta nueva edición reúne un conjunto de documentos que ayudan a comprender de una manera más puntual las ideas, los propósitos y alcances de este personaje singular, quien después de su visita fue premiado con el cargo de ministro de Indias y, en recuerdo de sus delirios, recibió el título de marqués de Sonora. El estudio introductorio ilustra el momento histórico en que fueron generados dichos documentos. Pensamos que es un aporte sugerente que plantea interrogantes inéditas y abre nuevos caminos a futuras investigaciones. Como bien afirma la autora, aunque de manera por demás modesta, "no se trata aquí de hacer un estudio exhaustivo sobre las reformas en sí mismas y el impacto que causaron en la sociedad novohispana, sino aportar un documento que puede esclarecer y apoyar en buena medida su estudio".
Cabe destacar que Clara Elena Suárez pone a disposición de los lectores una exhaustiva revisión historiográfica del periodo borbónico. En ella afloran los problemas que han recibido mayor atención, se constatan los valiosos avances que se han conseguido últimamente y se difunden los cuantiosos estudios que han aportado nuevas interpretaciones. Sin detenerse en los lugares comunes, plantea las perspectivas novedosas y los debates que han enfrentado a los especialistas en las últimas décadas. Es importante señalar que esta etapa histórica se caracteriza por ser muy polémica; los estudios, en ambos lados del mar, son muy abundantes y los temas que se abordan son muy complejos. Muestra de ello es el propio Informe de Gálvez.
En esta línea, Agustín Guimerá, investigador español, asegura que la controversia entre los historiadores continua vigente y "las espadas siguen en alto [2]. Existe una gran cantidad de divergencias en tópicos como por ejemplo: ¿el esplendor de las luces sólo se le puede atribuir a Carlos III? ¿Felipe V mantiene la imagen de un rey pasmado y melancólico? ¿las monarquías absolutistas conservaron mucho del oscurantismo y resultaron un fracaso? ¿la ilustración fue incapaz de generar el progreso esperado? [3]
Es importante añadir que en la historia económica de la Nueva España, la polémica ha girado en torno al crecimiento o la contracción. Hace más de dos décadas, John H. Coatsworth, haciendo uso de los datos estadísticos disponibles, cuestionó el incremento económico novohispano y por consecuencia el fracaso de la política reformista 4] A partir de entonces, las posiciones se han resumido entre los "optimistas" y los "pesimistas". Uno de los últimos trabajos dentro de este debate es el de Rafael Dobado y Gustavo Marrero quienes, después de hacer un serio análisis econométrico, concluyeron, entre otras cosas, que "dadas las características de la economía novohispana, la interesada actuación del estado a favor de la expansión minera generó crecimiento económico" [5]
Sin detenernos en esta contienda, podemos decir que José de Gálvez organizó el Informe en cuatro partes: la primera dedicada a la Real Audiencia de México y Guadalajara, la segunda a las Rentas Reales, la tercera a Propios y Arbitrios y por último las expediciones al centro y norte del virreinato. Lo primero que salta de la vista son las cuantiosas críticas a los diversos temas que ahí se abordaron. Pero en esta ocasión nos referiremos de manera particular a tres asuntos que sorprendieron al visitador.
- El comportamiento de la clase burocrática: los "ministros togados", en su gran mayoría, eran de origen criollo. En este aspecto, las leyes eran muy claras y reservaban dichos lugares para los hijos de la metrópoli. En cambio, Gálvez encontró a hombres con "honor", que actuaban apegados a derecho y se abstenían de participar en todos aquellos litigios que involucraban a sus familiares o amistades. Asimismo, descubrió que una buena parte de los funcionarios eran eficientes, rectos, íntegros y celosos de su trabajo. Respecto a los ingresos, mostró preocupación y en algunos casos apoyó el aumento de sueldos; en su afán de hacer más eficiente las labores, pretendía un equilibrio entre la carga de trabajo y la retribución; además, era un hecho frecuente que las vacantes no se cubrieran con oportunidad y por tanto era imposible cumplir con el rezago de las oficinas. En forma, por demás contundente, denunció el abuso de autoridad que los oficiales ejercían sobre los subalternos (6]
- "el manantial de la riqueza", es decir, la actividad minera, había entrado a un proceso de transformación, la corona y la clase minera celebraron un pacto modernizador y esperaban que en un breve lapso les rindiera buenos frutos. En cambio la actividad que tenía un mayor futuro era la manufactura del tabaco; sin embargo, la libertad de producción y comercialización "ofendía la Suprema Autoridad del Rey". Gálvez entendía que su misión consistía en extraer la mayor cantidad posible de recursos disponibles, con el fin de atender los gastos de la guerra. Siguiendo el ejemplo de la política fiscal de sus enemigos ingleses, el tabaco podía convertirse en una de las principales rentas. De hecho, la fabricación de cigarros tenía un crecimiento constante debido a la incorporación de nuevas y nuevos consumidores. Los particulares aprovecharon la pobreza financiera de la Corona para llenar sus bolsillos; por esta razón, resultaba imprescindible recobrar las funciones del estado por la vía del consenso o por la fuerza. La producción y comercialización del tabaco no sólo se reducía a los aspectos económicos, sino que iba acorde con la nueva geografía política y el cambio que se intentaba propiciar en el orden social. La Corona estaba obligada a realizar cuantiosas inversiones y los particulares tenían que financiar la actividad bajo condiciones muy ventajosas, para que las autoridades lograran conseguir excelentes rendimientos. Había que atender la demanda con un producto de calidad, con lo cual se cuidaba la salud y se evitaba que los consumidores mezclaran el tabaco con otras yerbas. Dicho proceso productivo incorporaba a una gran cantidad de trabajadores. Las fábricas, como decía Gálvez, "eran el mejor hospicio". Sobre todo brindaban protección a la población femenina, las cuales salían de su abandono y evitaba las tentaciones mundanas. El acontecer histórico confirmó la sospecha del visitador: el sistema fiscal, en diversas partes del mundo, se benefició, o más bien dicho, se sigue financiando a través del consumo del tabaco.
- Gálvez se sorprendió, y seguramente sintió un enorme vacío, al percatarse de que el "Imperio estaba desarmado". La sociedad colonial gozaba de una amplia libertad, "indulgencia" y hasta "impunidad". La autoridad ejercía su papel en términos simbólicos y se encontraba muy alejada de los efectivos métodos coercitivos. El orden social era muy peligroso y podía ser de consecuencias fatales, día a día, la autoridad del rey se ponía en tela de juicio, situación que ayudaba a quebrantar la relación entre los vasallos y gobernantes. La obediencia inexistía y reinaba la "insolencia". La "gente popular" aprovechaba cualquier ocasión para escandalizar y amotinarse. Para el visitador el buen orden y la paz pública se conservaban gracias a los cuerpos represivos; echó mano de los recursos y puso en práctica los mecanismos coercitivos: creó las milicias o el ejército, antes desconocidos. Pronto se utilizaron para sofocar los levantamientos de los trabajadores mineros en Real del Monte. También sirvieron para reprimir a los vecinos, de San Luis de la Paz, Guanajuato, Pátzcuaro y San Luis Potosí, que protestaron, entre otras cosas, por la expulsión de los jesuitas y para "reducir" o exterminar en Sonora "las bárbaras hostilidades de los feroces Apaches, Seris y Pimas".
Para despedirse, José de Gálvez remata el Informe diciendo "me voy con el seguro consuelo de que la Nueva España será más feliz y poderosa entre las grandes monarquías que encierran las dos Américas". Se fue al viejo mundo, ocupó sillas cada vez más importantes, hizo realidad su delirio de grandeza, tuvo el poder suficiente hasta para repartir virreinatos y llenó de gracias a sus paisanos los malagueños. Más sin embargo, en su cordura, jamás se imaginó que el proyecto reformista sería un detonante de la Independencia de las vastas posesiones españolas en el Nuevo Mundo.
Eduardo Flores Clair
DEH-INAH
efloresc@sni.conacyt.mx
(1) . Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, La expedición del visitador José de Gálvez al septentrión novohispano (1868-1770) o la locura de la modernidad, Hermosillo, Universidad de Sonora, 2000, p. 58-66. Ignacio del Río asegura que eran "monos", véase, "Autoritarismo y locura, en el noreste novohispano. Implicaciones políticas del enloquecimiento del visitador General José de Gálvez" en Estudios de historia novohispana, vol. 22, 2000, p. 111-138
2 . Agustín Guimerá (ed.), El reformismo borbónico, Madrid, España, Alianza Editorial, 1996, p. 28
3 . Entre otros véase a Miguel Artola, La monarquía de España, Madrid, España, Alianza Editorial, 1999; Francisco Sánchez-Blanco, La mentalidad ilustrada, Madrid, España, Taurus, 2000 y El absolutismo y las luces en el reinado de Carlos III, Madrid, España, Marcial Pons, 2002; Reyes Fernández Durán, Gerónimo de Uztáriz (1670-1732). Una política económica para Felipe V, Madrid, España, Minerva, 1999; Henry Kamen, Felipe V. El rey que reinó dos veces, Madrid, España, Temas de Hoy, 2000 ]
4 . John H. Coatsworth, Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de historia económica de México en los siglos XVIII y XIX, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990, p. 57-79
5 . Rafael Dobado y Gustavo Marrero, "Minería, crecimiento económico y costes de la Independencia en México" en Revista de Historia Económica, año XIX, otoño-invierno núm. 3, 2001, p. 573-611
6 . Para una visión distinta sobre el abismo que existió entre los buenos propósitos de Gálvez y la práctica cotidiana véase a Linda K. Salvucci, "Costumbres viejas, "hombres nuevos": José de Gálvez y la burocracia fiscal novohispana (1754-1800)" en Historia Mexicana, vol. XXXIII, octubre diciembre 1983, núm. 2, p. 224-264