EL HISTORIADOR SILVIO ZAVALA (1909-2014)

EL HISTORIADOR SILVIO ZAVALA (1909-2014)

 

Rodrigo Martínez Baracs

Dirección de Estudios Históricos, INAH

 

El viernes 5 de diciembre de este año de 2014 falleció en la ciudad de México el gran historiador mexicano don Silvio Zavala, nacido hace más de 105 años en Mérida, Yucatán, el 7 de febrero de 1909. Junto con Edmundo O’Gorman y Miguel León-Portilla, Silvio Zavala fue uno de los historiadores mexicanos más importantes del siglo XX. Imposible resumir aquí su inmensa labor como historiador, editor, maestro y director de instituciones. Prefiero aprovechar un estudio anterior para centrarme en su aporte central a la comprensión de nuestra historia.

En sus estudios históricos, Silvio Zavala apuntó algunas ideas vitales para entender mejor el fenómeno todo del descubrimiento, la conquista y la colonización de México y de América por los españoles. Su primer libro, presentado como tesis de doctorado en Derecho en 1933 en la Universidad Central de Madrid, lo dedicó a Los intereses particulares en la Conquista de la Nueva España (Estudio histórico-jurídico). La idea ya había sido esbozada por Francisco A. de Icaza, en la introducción a su edición del Diccionario de conquistadores y pobladores de la Nueva España (inicialmente elaborado por Francisco del Paso y Troncoso), de 1925; pero Silvio Zavala la afirmó y desarrolló de manera sistemática con sus firmes conocimientos jurídicos: fueron los intereses particulares de los españoles, las voluntades individuales, sus capacidades empresariales ("semejante a sociedades modernas"), las que los llevaron a participar en el descubrimiento, la conquista y la colonización de América.

            De esta manera Silvio Zavala estableció un cambio de paradigma (podría decirse que kuhniano) con respecto a la noción prevaleciente de que en la colonización de América, España avanzó por sucesivas decisiones, reales cedulas, de la Corona omnipotente. Este primer estudio de Silvio Zavala mostró que la historia de la conquista fue llevada a cabo no sólo por la voluntad de los reyes, encarnaciones mágicas y divinas de la Nación, sino por la libre actuación de personas, en un marco jurídico y económico de interacción.

Se invierte igualmente la perspectiva de la historia del derecho español. Las reales cédulas y los mandamientos virreinales ya no son vistos como emanaciones de la voluntad del rey o del virrey que lo deciden todo, sino como respuestas de las autoridades a los procesos que se van dando en la interacción de las acciones movidas por los intereses particulares. Las leyes españolas no determinan los hechos, interactúan con ellos. En los procesos de colonización, la voluntad del Rey deja de ser la protagonista de la historia, es sustituida por la historia de las múltiples acciones de los conquistadores y pobladores españoles de América, acciones que se mezclan dando lugar a una historia imprevisible que debe estudiarse en la especificidad de cada momento y lugar. Esta es la tarea de los historiadores, dotados de estas fuentes abundantísimas que son los documentos judiciales, de los que hay que aprender a sacar las verdades, los pedazos de verdad, de múltiples afirmaciones falsas o parciales e intencionadas.

            La interacción entre los intereses particulares de los hombres se normaba en España y se siguió normando en la Nueva España por una legislación sumamente elaborada y pensada a lo largo de generaciones. El derecho español tenía su antecedente y base en el derecho romano, derecho civil, derecho de la interacción entre los intereses particulares de hombres libres. Esta perspectiva le dio una vitalidad dinámica particular a la historia del derecho durante el periodo hispánico de México, ya no un ordenado registro de leyes que se cumplen o no se cumplen, sino una interesante interacción entre los intereses particulares, mediada por los funcionarios judiciales de la Corona de acuerdo a una legislación y a un régimen económico específico.

Por eso estudió Silvio Zavala con gran detenimiento Las instituciones jurídicas en la conquista de América, en 1935, y su continuación es La encomienda indiana, del mismo año, y tiempo después La esclavitud indígena en la Nueva España, en 1968, que estudian las dos formas españolas de explotar a los indios más importantes en los primeros tiempos de la colonización. Un complemento son los estudios de Agustín Millares Carlo y José Ignacio Mantecón (1945 y 1946) y de José Miranda (1947) en el Archivo de Notarías de la ciudad de México, que documentaron la formación de "compañías" y tratos mercantiles en México desde 1525 o antes, en los que los encomenderos y esclavistas actuaban como empresarios capitalistas (con formas precapitalistas de explotación de los indios). La encomienda y la esclavitud cedieron su lugar en la segunda mitad del siglo XVI a otras formas de explotación de los indios, que estudió ampliamente Silvio Zavala en las series monumentales Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España, de 1939-1946, y El servicio personal de los indios de la Nueva España, de 1984-1995, cada una de 8 volúmenes, y en otros estudios y compilaciones que abrieron el campo de la historia económica de México. Cada tomo, con sus orden riguroso y sus amplios índices analíticos se transforma en una verdadera computadora de papel, en una obra abierta, en la que el lector e investigador puede hacer sus propias navegaciones, hallazgos y conexiones.

            En el énfasis histórico (y filosófico) en el actuar de hombres particulares y su interacción (mediada por el marco jurídico) se abre otra dimensión, la de la conciencia de los individuos, y sí, aquí en particular en las cortes y entornos del monarca, pues Silvio Zavala estudió en primer lugar los cuestionamientos, hechos por los intelectuales consejeros del rey, de la conquista de América y de la manera como se había llevado. En particular la cuestión del derecho español a conquistar y esclavizar a los indios y a obligarlos a trabajar para los españoles y a pagarles un tributo.

Silvio Zavala estudió con detenimiento la fase antillana (1492-1519), a la que calificó también de “experiencia antillana”, en la que la codicia de los españoles junto con las epidemias provocaron una gran mortandad de los habitantes de las islas, que prácticamente se extinguieron. De modo que de manera particular la experiencia antillana de la despoblación de las Indias resultó muy importante para la voluntad tanto del rey como de grandes conquistadores como Hernán Cortés y de muchos pobladores, de establecer en México una explotación relativamente moderada de los indios que evitara su destrucción, de establecer una verdadera convivencia entre indios y españoles, base de nuestro mestizaje.

Más adelante en el siglo XVI la discusión sobre el derecho español a esclavizar a los indios u obligarlos por otros medios a trabajar encontró una sólida base en la doctrina cristiana de la libertad individual, necesaria para escoger entre el bien y el mal. Esta idea la expuso Silvio Zavala en otro de sus grandes libros, La filosofía política en la conquista de América, de 1947, que inició una gran cantidad de estudios suyos de historia intelectual, que apuntó igualmente al énfasis en la acción particular de los individuos, dotados de intereses, sí, pero también de conciencia ética. Y en el caso de los indios, en la medida en que los españoles los vieron como seres humanos, también los concibieron como seres constituidos por su libertad individual, que por lo tanto los españoles no podían esclavizar ni forzar a trabajar, lo cual condujo a la abolición en 1549 del servicio personal como parte del tributo que daban los indios sometidos a la encomienda o al corregimiento, y a la abolición en 1551 de la esclavitud indígena. Como seres humanos conquistados pero libres, los indios fueron integrados como súbditos individuales del rey de España, e integrados a su sistema de justicia.

Bajo esta perspectiva del “liberalismo” español, cristiano, se confirmó en términos teológicos y filosóficos la importancia de los intereses y la conciencia individual tanto de indios como de españoles. Silvio Zavala dedicó una gran cantidad de eruditos estudios a los autores españoles que condenaron o criticaron la manera en que se realizaba la conquista y la colonización de la Nueva España, como fray Bartolomé de las Casas, fray Alonso de la Veracruz y Vasco de Quiroga, sobre el cual Silvio Zavala destacó en 1937 la influencia de la Utopía de Tomás Moro, de 1516, lo cual provocó una notable polémica con los historiadores Edmundo O'Gorman y Justino Fernández, en la que, me parece, salió vencedor Silvio Zavala.

Como se ve, un aporte histórico central en la obra de Silvio Zavala sobre México e Hispanoamérica es destacar la importancia de los intereses particulares, en el contexto económico definido por la conquista española, regulados por las instituciones del derecho hispánico y por la conciencia ética individual. No puede sino infundir respeto y agradecimiento considerar el gran legado de conocimientos e inteligencia que nos dejó Silvio Zavala.

 

Ciudad de México, lunes 8 de diciembre de 2014